Biodiversidad al límite

01.01.2024

Hace unos años el video de un oso polar famélico en el archipiélago Ártico horrorizó al mundo. En aquella ocasión, las consecuencias del deshielo -del que hablan los científicos y que es uno de los tantos efectos del aumento de la temperatura de la Tierra- se vieron reflejadas en ese ejemplar que arrastraba sus patas traseras hasta un basurero oxidado para ver si encontraba algo de comer.

Luego, en diciembre del 2021, en Estados Unidos decidieron alimentar con verduras a los manatíes de la Florida, que estaban muriendo en las costas por la proliferación de algas que no permiten el crecimiento de las praderas marinas, debido a la contaminación que genera la actividad humana. La biodiversidad está al límite: hay un millón de especies amenazadas o en peligro de desaparecer, según las Naciones Unidas (Noticias ONU, 2019).

Algunos rostros visibles de esta tragedia ambiental son los osos panda, elefantes, rinocerontes y ballenas, entre otros. Sin embargo, la vegetación también está sufriendo una devastación dramática: entre 2009 y 2021 el mundo perdió el 14% del total de arrecifes de coral, por el calentamiento global y la acidificación del agua (Noticias ONU, 2021). Los bosques son deforestados para la producción de alimentos; en 2014, el reporte global del Convenio de Diversidad Biológica estimó que el 70 por ciento de la pérdida de biodiversidad terrestre se debía a la agricultura (CEPAL, s.f.). Muchos creen que cultivar es sinónimo de equilibrio ambiental, sin embargo, un informe de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, publicado en 2022 señaló que el sector agrario es el responsable del 22% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (DW, 2022).

Asimismo, la salud de las personas puede verse comprometida, entre otras razones, porque su fuente alimentaria estaría en riesgo (por la disminución de bosques) y porque las enfermedades transmitidas de animales a humanos –como la gripe aviar o el virus del Ébola- pueden aumentar.

La degradación del medio ambiente es una bomba de tiempo a punto de explotar y sus efectos están frente a nuestros ojos. ¿Qué otras pruebas necesitamos para actuar y mitigar los efectos del cambio climático? Si ya somos parte del problema, nuestra obligación es ser parte de la solución, desde todos los sectores de la sociedad.

De una parte, desde la administración pública se debe establecer una normatividad rigurosa en la que el desarrollo y la competitividad del territorio vayan en armonía con el uso responsable de los recursos naturales. Identificar zonas de mayor diversidad biológica y garantizar su protección, rehabilitar ecosistemas degradados y aumentar las áreas protegidas hacen parte de las estrategias adicionales que los gobiernos pueden ejecutar.

En cuanto a las industrias y el sector de la agricultura, se les debe exigir que sus procesos de producción sean sostenibles, en donde el uso de la energía sea eficiente, se implementen energías renovables, se disminuya la deforestación, el uso de pesticidas y haya un manejo adecuado de las fuentes hídricas.

Somos 8.000 millones de personas en el mundo y si queremos seguir escuchando buenas noticias de elefantes, tigres, antílopes, renos, osos panda, osos polares y rinocerontes –en vez de ver titulares sobre su extinción- solo basta con hacer cambios conscientes en nuestros comportamientos diarios -como ahorrar energía, agua, reciclar y consumir responsablemente.

¿Cuándo tomaremos la decisión de terminar esta guerra contra la biodiversidad? Los humanos solo somos una mínima parte de la naturaleza y nuestra existencia depende de cada uno de los seres que hacen parte de ella, ¿por qué la tratamos como si fuera el enemigo, cuando todos debemos ser parte de ese equilibrio?